Una mirada de las residencias desde la perspectiva de la Educación para profesionales de la salud.

Prof. adj. Luciana Silvera


Las residencias médicas, espacio de formación de especialistas por excelencia se encuentran en la mira.  A continuación brindare una perspectiva desde la Educación para profesionales de la salud. 

Definiendo brevemente, las residencias medicas consisten en un sistema de formación con alta dedicación (en nuestro país no exclusiva) para egresados médicos. Se accede a una plaza mediante concurso público, estableciéndose un contrato de trabajo y formación entre la institución y el profesional.

En la mayoría de los casos coincide con las primeras experiencias laborales de los estudiantes médicos egresados, donde se combina una particular experiencia de responsabilidades laborales y académicas, con diferentes niveles de supervisión y experiencias muy dispares. 

Se encuentra presente en el “currículo oculto” que es un período de apuestas altas para los nuevos profesionales. Los sentimientos de vulnerabilidad son frecuentes, a menudo velados y en muchas situaciones se presupone que los residentes deben conocer de antemano lo que deben hacer. 

Este sistema histórico ha mostrado “fisuras” en los últimos años y esto ha llevado a múltiples replanteos sobre las formas en que debe continuar. Los aspectos más cuestionados han tenido que ver con el alto nivel de Burnout demostrado en residentes en múltiples estudios realizados a nivel nacional e internacional, un mal clima de aprendizaje, que interfiere entre otras cosas con los aspectos académicos y en los últimos años la deserción estudiantil, problemas de salud mental y plazas vacantes en algunas especialidades y/o instituciones o territorios. 

¿Qué situación o situaciones nos lleva a algo que algunos expertos han llamado “crisis global de las residencias”? posibles respuestas tendrían que ver con cuestiones estructurales, vinculado a la precarización laboral, en algunos países más que otros, diferencias generacionales que conllevan cambios en los intereses, proyectos a futuro, o aspiraciones de los residentes y algunos otros que a lo mejor aún no detectamos. La diversidad en los intereses formativos, las inquietudes y los proyectos de vida menos “arraigados” le dan sentido a ¿residir en un hospital?

También desde la perspectiva de la educación para profesionales de la salud, el aprendizaje aumenta cuanto más exposición a oportunidades de formación se den y estás estén correctamente supervisadas. Decir las horas de formación supervisada son muy importantes para obtener un nivel de competencias que nos permita desempeñarnos con “expertise”, responsabilidad profesional y asegurando así una atención de calidad a los futuros pacientes. Entonces, tenemos más preguntas que respuestas. Desde la comunidad académica, profesional y las sociedades científicas, debemos seguir estudiando este problema multifactorial y buscar caminos hacia una transformación que haga de las residencias una opción atractiva, sostenible y que impulse a una realización personal. Pero sin dejar de lado la formación de calidad que coloque en el centro al paciente, donde las competencias profesionales no se vean afectadas o mermadas. Esto es un desafío y también una necesidad absoluta.

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