Reflexiones sobre el final de la vida
Dr. Raúl Lombardi
Recientemente y a raíz de la consideración en el Parlamento de un proyecto de ley dirigido a legalizar la eutanasia y el suicidio asistido, se ha instalado en la sociedad la polémica sobre dicho proyecto. Pero en realidad el centro del tema es otro, más extenso, más profundo y al mismo tiempo, más ausente en la consideración de las autoridades y de la sociedad en su conjunto, que es la dignidad en la muerte.
El final de la vida es un proceso en el cual la muerte es el evento definitorio, pero no el elemento único y central del mismo, es un proceso en el cual el equipo de salud y el médico en particular, juegan un rol central e intransferible, junto con el paciente y su familia para lograr paz y dignidad al final de la vida. Éste debe ser el punto de inicio de la consideración de este tema y no por uno de sus componentes –la eutanasia-, que lo limita y al mismo tiempo lo distorsiona. Se puede estar o no estar de acuerdo con la eutanasia, pero no se puede estar en contra de la dignidad en la muerte.
La urgencia es entonces garantizar el derecho humano a la muerte digna, en toda su integralidad, particularmente la participación informada y protagónica del paciente en el proceso de toma de decisiones; el acceso universal e igualitario a los cuidados paliativos; el derecho a rechazar tratamientos inconducentes o desproporcionados que afecten la calidad de vida; y finalmente, el derecho a escoger libremente el momento y la forma de la propia muerte, es decir el derecho a la eutanasia y el suicidio asistido. Debe entenderse que el centro de la polémica no es si legalizamos o no la eutanasia, sino si la sociedad reconoce o no reconoce el derecho a ejercerla. Punto de la polémica ética, jurídica, religiosa y filosófica.
Lamentablemente, algunos contraponen la eutanasia a los cuidados paliativos. Está fuera de toda controversia el derecho de las personas a una muerte tranquila, tal como está definida por el Hasting Center en uno de los fines de la medicina: “Evitar la muerte prematura y la búsqueda de una muerte tranquila” la que definen “como una (muerte) en la que el dolor y el sufrimiento se reduzcan mediante unos cuidados paliativos adecuados, en la que al paciente nunca se le abandone ni descuide y en la que los cuidados se consideren igual de importantes para los que no vayan a sobrevivir como para los que sí”.
Corresponde a la sociedad en su conjunto definir si la eutanasia debe tener o no un lugar en la práctica médica. Pero antes nos debemos como sociedad, el reconocimiento de la dignidad en la muerte como un derecho.
Dr. Raúl Lombardi